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En la pintoresca ciudad costera de Pinamar, un proyecto singular se dibuja en el horizonte, mezclando el azul intenso del mar con la pasión y el compromiso social. Emiliano Manuel Sanz, un pinamarense de 41 años, ha transformado su amor por el surf en un vehículo de inclusión y oportunidad a través de su escuela de surf, «El Muelle».
Raíces y primeras olas
Criado en Valeria del Mar, Emiliano desde pequeño encontró en la playa y los deportes acuáticos un refugio y una pasión. Contrario a la preocupación de sus padres —un técnico de fútbol y una médica— Emiliano y sus amigos, imbuidos de un espíritu kamikaze, se lanzaban al agua antes incluso de aprender a nadar adecuadamente.
Influenciado por programas como Baywatch y MDQ, que catapultaron la cultura del surf en Argentina, Emiliano comenzó a surfear seriamente en los años 90. Aunque el bodyboard era más popular en esos tiempos en Pinamar, él estaba entre los pocos que se dedicaban al surf, una comunidad tan pequeña que «se contaba con los dedos de una mano».
Educación y formación
Después de recibir su diploma de secundaria, Emiliano Sanz empacó sus sueños junto con sus tablas de surf y se mudó a Mar del Plata, un lugar con un horizonte marítimo que prometía más olas y oportunidades. En esta nueva etapa, Emiliano se inscribió en la Universidad para estudiar Educación Física, motivado por un interés profundo en explorar cómo el surf podría ser más que un deporte: una herramienta pedagógica para el desarrollo de habilidades motoras. Durante sus años universitarios, dedicó muchas horas a investigar y aplicar técnicas que demuestran cómo mantener el equilibrio sobre una tabla en el agua puede mejorar la coordinación, la agilidad y la concentración en jóvenes y adultos.
Mientras profundizaba en su carrera académica, Emiliano también decidió obtener su certificación como guardavidas, equipándose con las habilidades necesarias para garantizar la seguridad en el agua, una responsabilidad que tomó con la máxima seriedad. Además, reconociendo la importancia de una formación continua en su disciplina, se vinculó con la International Surfing Association para tomar varios cursos especializados. Este compromiso con su formación no solo reforzó su técnica y su conocimiento del surf, sino que también le proporcionó una visión global del impacto cultural y social del surfismo. Con cada curso, Emiliano no solo buscaba mejorar como deportista, sino como educador y mentor, capaz de transmitir su pasión por el mar y el surf a las futuras generaciones.
El nacimiento de «El Muelle»
A su regreso a Pinamar en 2010, después de años de formación y experiencias enriquecedoras, Emiliano Sanz encontró su primera oportunidad laboral como guardavidas en las mismas playas que lo vieron crecer. Este trabajo no solo le permitió estar cerca del mar, su eterna pasión, sino también empezar a darle forma a un sueño que había estado germinando en su mente: la creación de una escuela de surf. Observando día tras día las olas y a quienes las cabalgaban, Emiliano comenzó a visualizar un espacio inclusivo donde el surf sería un puente para el desarrollo personal y comunitario.
Finalmente, en 2019, ese sueño tomó forma concreta con la inauguración de «El Muelle», en el exacto lugar donde años atrás Emiliano había dado sus primeros pasos como instructor. El espacio, que había quedado abandonado tras el cierre de otro proyecto de surf, se transformó bajo su visión en un punto de encuentro para aficionados y profesionales del surf. «El Muelle» no era solo una escuela; era el cumplimiento de la promesa de Emiliano de devolver al mar y a su comunidad parte de lo mucho que ambos le habían dado, inaugurando un nuevo capítulo en su vida y en la de muchos jóvenes de Pinamar.
Un proyecto de inclusión social
«El Muelle» se distingue no sólo por enseñar surf, sino por hacerlo con un fuerte enfoque inclusivo. Emiliano ha lanzado iniciativas para acercar el surf a niños con discapacidades y de bajos recursos económicos, una pasión que refleja su creencia en el deporte como un derecho y no como un lujo.
Este proyecto, que comenzó simultáneamente con la apertura de la escuela, ofrece clases especiales en la playa durante el verano y en un club en Ostende durante el invierno. Este programa ha ganado reconocimiento y ha sido parte del Campeonato Nacional de Surf Adaptado, proporcionando una plataforma para que los jóvenes con discapacidades participen y se integren en la comunidad del surf.
Conexión con la comunidad
Además de su trabajo con niños discapacitados, Emiliano ha buscado conectar con los sectores más marginados de la sociedad. En el barrio La Palangana de Ostende, comenzó dando clases de educación física como parte de un programa de apoyo escolar, y pronto integró el surf como una actividad fundamental. «No puede ser que no conozcan el mar», dijo Emiliano al llevar a los niños de ese barrio a la playa por primera vez.
Observando día tras día las olas y a quienes las cabalgaban, Emiliano comenzó a visualizar un espacio inclusivo donde el surf sería un puente para el desarrollo personal y comunitario
Mirando hacia el futuro, Emiliano sueña con que el surf sea incorporado en la currícula escolar de Argentina, poniéndolo al mismo nivel que deportes tradicionales como el fútbol o el vóley. Además, aspira a que «El Muelle» evolucione hasta convertirse en un club que no sólo sea un espacio de entrenamiento, sino también un centro de desarrollo y contención social.
Un legado en construcción
La historia de Emiliano Sanz es un vívido ejemplo de cómo un deporte, cuando se aborda con pasión y compromiso, puede evolucionar más allá del entretenimiento personal para convertirse en un catalizador de cambio social significativo. «El Muelle», la escuela de surf que fundó, se convierte en el escenario donde no solo se enseñan técnicas de surf, sino que también se forjan caracteres y se ofrecen nuevas oportunidades a quienes quizás nunca habrían tenido la chance de pisar una tabla de surf. Emiliano utiliza el surf como un puente que conecta a personas de distintos estratos sociales, demostrando que este deporte, al igual que el mar, está abierto y es accesible para todos, sin distinción.
En este sentido, «El Muelle» no es simplemente una escuela; es un espacio donde se rompen barreras y se construyen sueños. Emiliano ha demostrado que el espíritu del surf, con su llamado a la libertad y la aventura, es tan vasto como el mar mismo: inclusivo y eterno. Al abrir esta «ventana a un mundo de posibilidades», él inspira a sus alumnos a mirar más allá de las olas y ver el potencial que tienen dentro de sí mismos, fomentando no solo el desarrollo de habilidades físicas sino también la confianza y la autoestima, pilares para cualquier desafío que puedan enfrentar en la vida.