En las aguas cristalinas y olas imponentes de Punta de Lobos, se encuentra la historia de Ramón Navarro, hijo de pescadores y hoy reconocido internacionalmente como uno de los mejores surfistas del mundo. Navarro, de 44 años, no solo domina las olas gigantes del planeta, sino que también se ha convertido en un emblema de la lucha por la conservación de la costa chilena.
Desde su infancia en Pichilemu, Navarro estuvo estrechamente vinculado al mar. «Mi papá llegaba a casa con pescados y algas, y eso era el sustento de mi familia», recuerda. Este vínculo profundo con el mar se manifestó temprano, cuando Ramón, aún un niño, acompañaba a su padre en faenas de pesca y aprendía sobre las mareas y los secretos del océano.
La trayectoria de Navarro en el surf comenzó a los 13 años, cuando un amigo le regaló una tabla quebrada. Tras repararla, empezó a competir, lo que lo llevó a convertirse en el primer surfista profesional chileno en 2002. Desde entonces, ha recorrido el mundo, participando en algunas de las competiciones más prestigiosas y enfrentándose a olas gigantes, incluyendo la histórica ola de Eddie en 2009 en Hawaii.
Pero su historia va más allá del surf. Ramón Navarro es también un activista ambiental comprometido con la preservación de su hogar en Punta de Lobos. Fue parte crucial en la declaración de la zona como Reserva Mundial del Surf por parte de la organización Save The Waves y ha liderado numerosas iniciativas contra la contaminación y el impacto de la salmonicultura en las costas chilenas. Además participó en la creación del Comité de Defensa de Punta de Lobos y se ha involucrado en campañas contra la salmonicultura, destacando su participación en el documental «Corazón Salado», que aborda la protección de las aguas ancestrales en la Patagonia Austral.
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Navarro ve en el surf una lección de humildad y conexión con la naturaleza. «El mar ordena mi día», explica, enfatizando la importancia de respetar y entender el océano. Este respeto también se extiende a su vida fuera del agua, donde aboga por la protección ambiental y la conservación de las tradiciones de su comunidad.
A pesar de los riesgos inherentes al surf de olas grandes, Navarro se mantiene firme en su pasión, impulsado por la adrenalina y el amor al mar. Su objetivo es continuar surfeando mientras pueda y transmitir esta pasión a las futuras generaciones, incluido su hijo, un prometedor surfista juvenil.
Navarro aconseja a los jóvenes que busquen una conexión profunda con la naturaleza y que sigan sus pasiones, alejándose de la tecnología y acercándose al entorno natural.
Navarro es también un activista ambiental comprometido con la preservación de su hogar en Punta de Lobos
Sus esfuerzos han sido reconocidos a nivel mundial. La Surf Industry Manufacturers Association (SIMA) reconoció recientemente a nivel mundial los esfuerzos de Ramón Navarro, galardonándolo como el Ambientalista del Año, un honor que refleja su compromiso con la conservación de los océanos y la sostenibilidad ambiental.
Ramón Navarro no solo es un icono en el mundo del surf, sino también un líder en la comunidad de Pichilemu. Con su tenacidad, ha demostrado que es posible equilibrar una carrera exitosa con un activismo significativo, inspirando a muchos a seguir sus pasos.
Con una carrera que abarca casi dos décadas, Ramón Navarro sigue siendo una figura central en el surf chileno y un pilar en la lucha por la conservación de las costas. Desde las aguas de Pichilemu hasta los escenarios internacionales, su legado como surfista y ambientalista sigue creciendo, dejando una huella imborrable