
Las Islas Canarias, bañadas por las aguas del océano Atlántico, han sido desde siempre un lugar donde la relación entre sus habitantes y el mar es innegable. El surf, tal como lo conocemos hoy en día, comenzó a expandirse en este archipiélago a finales de la década de 1960, pero su conexión con el mar se remonta a tiempos ancestrales.
Los primeros pobladores de Canarias, los guanches, dependían ampliamente de la pesca y el marisqueo en las zonas costeras donde se asentaban. Esta relación cercana con el océano no solo buscaba la subsistencia, sino también el ocio y el disfrute. Aunque la primera constancia documentada de la práctica del surf en Canarias data de 1963 en la playa de Martiánez, Tenerife, gracias al aventurero australiano Peter Troy, existen indicios de que antes de ello, en algunas partes del archipiélago, se jugaba en las olas utilizando tablas rudimentarias llamadas «Panas», hechas de trozos de madera de antiguos barcos de pesca.
Sin embargo, fue con la llegada de grupos de surfistas estadounidenses, muchos de ellos desertores de la guerra de Vietnam, que el surf caló profundamente en el corazón de los canarios. La primera «comuna hippie» se estableció en Arguineguín, al sur de Gran Canaria, marcando el inicio del desarrollo imparable del surf en todo el archipiélago.
Uno de los núcleos donde el surf arraigó con fuerza fue en Punta del Hidalgo, un pequeño pueblo pesquero en el noreste de Tenerife, así como en su vecino Bajamar. Cuatro americanos se establecieron en la zona durante un tiempo, convirtiéndose en parte de la comunidad local y trabajando en diversos oficios para poder mantenerse mientras surfeaban. La noticia del paraíso de las olas en Canarias se propagó, atrayendo a surfistas de todo el mundo.
El documental «The Far Shore» de los californianos Kevin Naughton y Craig Peterson incluso capturó imágenes de la Punta del Hidalgo durante sus viajes alrededor del mundo para la prestigiosa revista Surfer Magazine. Este documental documentó el crecimiento del surf en Canarias y su influencia en la cultura local.
Don Pablo Arnay, padre de Francis y Pablo Arnay, documentó con su cámara Zenit E y otras cámaras el estilo de vida de la época y el movimiento cultural que estaba emergiendo. Gracias a su trabajo, existe un valioso archivo fotográfico que ha sido digitalizado para preservar y compartir con las nuevas generaciones.
Fue con la llegada de grupos de surfistas estadounidenses, muchos de ellos desertores de la guerra de Vietnam, que el surf caló profundamente en el corazón de los canarios
Hoy en día, las playas de las Islas Canarias destacan por ser uno de los mejores lugares para practicar surf en Europa. Con un clima primaveral constante, aguas cálidas y olas de calidad, Canarias atrae a surfistas de todas partes del mundo. Playas como El Confital en Gran Canaria, El Hierro en Fuerteventura, Izquierda de Las Palmeras en Tenerife y El Quemao en Lanzarote son destinos populares para surfear, cada uno con sus características únicas y desafíos.
El surf se ha convertido en una parte integral de la vida en Canarias, enriqueciendo su cultura y atrayendo a amantes del mar y las olas de todo el mundo. Con su legado histórico y su posición como uno de los destinos de surf más destacados de Europa, las Islas Canarias continúan siendo un paraíso para los entusiastas de este emocionante deporte acuático.